Ser Mujer en el Mundo del Trabajo
En junio 2019, cuando se celebre el centenario de la OIT, las organizaciones de trabajadores, empleadores y gobiernos de todo el mundo concluirán la discusión sobre la violencia y el acoso en el mundo del trabajo iniciada este año durante la 107ª Conferencia Internacional del Trabajo.
Conferencia Internacional del Trabajo. El objetivo será la adopción de un Convenio y una Recomendación que den más consistencia a los avances para lograr la igualdad entre hombres y mujeres en el mundo del trabajo. Pero ¿cómo llegamos a pensar sobre la igualdad de género en el mundo del desarrollo? Sin duda, no fue de forma espontánea. Si se agrupan las diferentes formas de entender el desarrollo desde una perspectiva de género, a partir de los años setenta se pueden diferenciar dos grandes enfoques, denominados ‘mujeres en el desarrollo’ y ‘género en el desarrollo’. El enfoque de ‘mujeres en el desarrollo’ sostiene que la exclusión de las mujeres de los procesos de desarrollo es ineficiente para el sistema económico, ya que estas son la mitad de los recursos humanos productivos y se encuentran mayoritariamente infrautilizados. Se considera que han estado excluidas como consecuencia de la división sexual del trabajo, ya que socialmente se les asigna el trabajo reproductivo no pagado y se les margina del trabajo productivo y de las esferas públicas. Este modelo planteaba la necesidad de incorporar a las mujeres al mercado laboral para que tengan acceso a los beneficios del desarrollo, pero no cuestionaba el modelo mismo de desarrollo. Como reacción a ello surge, a principios de los años noventa, el enfoque de ‘género en el desarrollo’, que propone transformar las relaciones desiguales entre mujeres y hombres, promoviendo, por ejemplo, la equidad en el acceso y control de los recursos. Además, este enfoque considera que la equidad de género es un elemento indisociable del desarrollo humano sostenible. Y así ha quedado plasmado en la Agenda 2030, donde se plantea la urgencia de avanzar hacia la equidad de género y la autonomía de la mujer en las dimensiones social, económica, política, sexual y reproductiva. La eliminación de la violencia es transversal a todas ellas. Precisamente con el objetivo de eliminar todas las formas de violencia y acoso contra las mujeres en el mundo del trabajo, organizaciones de trabajadores, empleadores y gobiernos de todo el mundo han empezado a construir, en el seno de la OIT, un nuevo instrumento o instrumentos normativos internacionales que aborden esta problemática, estableciendo responsabilidades claras y propiciando estrategias conjuntas y nuevas modalidades de colaboración.