El cloud computing, o la “computación de nube”, es una de las tantas innovaciones tecnológicas que nos ofreció una idea de futuro y que gracias a diferentes procesos de perfeccionamiento logró cumplir con las expectativas. Sus principales ventajas no tienen que ver solamente con una de sus funciones primordiales, la de almacenar contenido, sino también su versatilidad y agilidad para poder trabajar múltiples proyectos a la vez.
El cloud ha cambiado mucho desde su irrupción en nuestras vidas, hace ya más de una década, y sin dudas se convirtió en una aliada fundamental durante el tiempo que enfrentamos las peores etapas de la pandemia del coronavirus, facilitando por ejemplo el trabajo remoto de millones de personas alrededor del mundo. Esta tecnología ha avanzado tanto que realmente permite concebir lo mejor de ambos mundos, tanto de los entornos de nube pública como también de la privada.
Recientemente, realizamos la primera edición de Cloud Connection, un ciclo de encuentros que organizamos desde Red Hat a nivel regional con los principales proveedores de nube del planeta: AWS, Google Cloud, IBM Cloud y Microsoft Azure. De allí pudimos extraer muchas conclusiones respecto a la evolución de estos entornos, principalmente gracias a la consolidación de la nube híbrida, una solución cada vez más estable y escalable. Pero esto es apenas el comienzo. El objetivo de la nube híbrida es ir más allá y encabezar un cambio cultural que transforme las maneras de trabajar de las organizaciones, potenciando un lenguaje común que pueda nutrirse de procesos de desarrollo de diferentes equipos y sin importar sus lugares de procedencia.
Además de acortar caminos, el código abierto dentro de un entorno de nube híbrida es sin dudas un catalizador de innovación, que permite compartir un espacio para iterar de diversas maneras, en base a un objetivo común. Un ejemplo claro de esto es Kubernetes, una plataforma open source que automatiza las operaciones de los contenedores de Linux.
Gracias a dicha tecnología, desarrollada originalmente por Google y liberada a la comunidad en 2016, se lograron desarrollar cientos de miles de mejoras sobre sus capacidades originales, lo cual implicó un beneficio total, tanto para sus creadores, como para la comunidad de desarrolladores.
Esto sin dudas es una muestra de la capacidad transformadora que tiene la nube. Parte de esta evolución también permite convertirla en algo más seguro y confiable. De hecho, según cifras de nuestro estudio “El Estado del Open Source”, el 87% de los representantes de TI de diferentes empresas encuestados, considera que el código abierto empresarial es igual o más seguro que el software propietario, debido en gran parte a sus procesos de investigación y pruebas comerciales.
La nube híbrida, su crecimiento y evolución son solo una parte. Nos puede servir como una clara muestra para consolidar un cambio más grande, el de trabajar en pos de un cambio cultural. A través de plataformas como el cloud, impulsadas por el código abierto, podemos también encontrar nuevas formas de manejarnos que nos permitan desarrollar aún más las potencialidades de cada equipo, lo que repercute indefectiblemente en los objetivos de negocio de cada empresa u organización.
Si en algo nos ayudó la pandemia, es a poner a prueba nuestra capacidad para superar todo tipo de desafíos. La nube híbrida es una gran herramienta para poder enfrentar múltiples obstáculos mientras contribuye a edificar nuevas e innovadoras soluciones de cara al futuro. Se trata de una gran solución que seguiremos descubriendo en los años por venir, con la ayuda de todas las comunidades de usuarios, partners y desarrolladores.
Por Javier Carrique, director Comercial de Red Hat